Llevo desde mediados de agosto con una
dieta más consciente y estricta a la vez que haciendo más deporte y ejercicio
(básicamente natación y kata). Resulta
que tenía algo de sobrepeso al comienzo del verano, se me notaba en la cara y
en la barriga y yo me notaba con una sensación sentida de pesadez. Creo que el
sobrepeso tenía que ver con una carga excesiva de trabajo y estudios, ante la
cual yo caía en una inercia de no cuidar suficientemente el cuerpo. Hace años
que estudio el modelo integral – desde la lectura de Wilber y de Leonard y
Murphy – y que soy consciente de la necesidad de cuidar el cuerpo, la base sine que non de nuestro ser en el mundo,
pero la inercia de prestarle insuficiente atención al cuerpo viene de mucho más
atrás, de mis años adolescentes cuando empecé a fumar y a beber. Ahora ya ni
fumo ni bebo alcohol pero reconozco que si no me cuido, tiendo a tapar la
ansiedad con comida, sobre todo con dulces.
Así que en agosto me fijé en un
programa de la BBC “Eat,
Fast and Live Longer”
(“Come, ayuna y vive más años”) en el que el reportero Michael Mosley, un
hombre de la misma edad que yo, y que también tenía cierto sobrepeso, investigó
y experimentó con distintas maneras de perder peso y grasa corporal, ayunando y
comiendo mejor y menos. Entre otras cosas que comentaba, había estudios con
ratones que mostraban como el hambre podría predisponerles a crear más synapses
neuronales nuevos en comparación con otros ratones obesos: la sugerencia era
que el hambre atizaba la inteligencia mientras que el sobrepeso la adormecía.
También se repasaban hechos ya conocidos (aunque yo nunca les había prestado
demasiada atención) sobre como una dieta equilibrada contribuía a mayor
longevidad y calidad de vida mientras un exceso de peso y sobre todo de grasa
corporal mermaba la salud y predisponía a una vida más corta.
Mosley probó con distintas maneras de
cuidar mejor la dieta, incluyendo ayunos (que también he probado en el pasado)
y una dieta de días alternos – esta última consiste básicamente en comer lo que
quieras los días impares pero sólo comer sólidos una vez al día los días pares.
Al final optó por otro método como el más cómodo y el que resultados más
duraderos y beneficiosos dio a lo largo de los seis meses de su experimento
personal a la vez que televisado. Es este método el que yo he estado probando
durante el último mes y medio, también con resultados notables.
En mi caso, la dieta que he bautizado “dieta
5/2”, consiste en comer normal, tres veces al día a lo largo de la semana
laboral de lunes a viernes, pero luego comer sólidos solamente una vez al día
el sábado y el domingo. Tomé la decisión de mantener sólo la comida del
mediodía el fin de semana porque me parecía que así es como me iba a resultar
más facil. Por las mañanas del fin de semana tomo solamente melón o bien
compota de manzana (en vez del desayuno consistente de zumos, cereales y fruta
con leche de arroz y tosatadas con crema de cacahuete que acostumbro tomar) y
por las noches sólo tomo sopa de miso con algas y cereza umeboshi (en vez de
una cena y postre como solía tomar todos los días).
Además me he comprado una báscula
especial que mide no sólo el peso sino también el porcentaje de grasa corporal,
el nivel de grasa visceral (que es la más perjudicial para la salud) e índice
de masa corporal. Los resultados físicos han sido muy positivos. En 6 semanas
he perdido más de 5 kilos:
|
10 agosto
|
20 septiembre
|
Peso
|
82 kilos
|
76.5 kilos
|
% Grasa Corporal
|
24%
|
21,7%
|
Nivel Grasa Visceral
|
8
|
7
|
Índice Masa Corporal
|
24,6
|
23,2
|
Pero más importante que las
estádisticas es el hecho de que me siento mucho mejor en mi piel. Es verdad que
hay momentos el fin de semana cuando me siento sin fuerzas – las vivo como una
invitación a ir más lento, más presente a la energía que estoy empleando en lo
que hago. Pero hay otros momentos cuando me siento realmente mejor – cuando llega
el momento de comer saborea la comida mucho más y también en los momentos
cuando tenga hambre, estoy atento a qué es lo que surge en mi y como reacciono.
Una de las cosas de las que he tomado
conciencia es que durante años nunca me he dejado sencillamente estar con la
sensación de hambre – nada más surgir, me he permitido comer de inmediato o si
no me lo he podido permitir en el momento, me he pasado en seguida a estado
malhumorado. Ahora soy más consciente de la suerte que supone nunca tener
porque pasar hambre (cuando me comparo con la mitad de la población planetaria
que sí pasa hambre) y también empiezo a vislumbrar la relación entre comida y
emoción, hambre y necesidades arcáicas de afecto en mí. Al final siento que
estoy viviendo mi cuerpo más amorosamente y siendo más integral que nunca,
ahora que soy capaz de estar más presente no sólo en la mente y en el corazón
sino también y sobre todo en el cuerpo. ¡Dentro de unos meses volveré a
comentar aquí como me ha ido el experimento! (Para los anglo-parlantes, os dejo
un vínculo con el video en YouTube – no he encontrado una versión subtituladaL):
1 comentario:
Hola, Stu
Este tema me parece muy interesante, por el significado que le veo al hecho de llevar pesos innecesarios en la vida.
Creo que en este asunto tengo una propuesta interesante. Consiste simplemente en pesarse todos los días, en unas condiciones más o menos estables, y anotar el peso, de forma que podamos ver la evolución.
Además de esto, en el momento de anotar, observamos que pensamientos, sentimientos o emociones nos despierta el peso (solo un instante: el de tomar consciencia) y si podemos aceptarlo/aceptarnos.
Un abrazo
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