domingo, enero 30, 2011

Psicoterapía Humanista Integrativa

Recientemente me he decidido para profundizar en mi formación personal apuntándome para un Máster Semi-presencial de Psicoterapia Humanista Integrativa. Después de terminar el año pasado la carrera de Psicología, me apetecía hacer algo más práctico y aplicable al surco que me encuentro trazando en la vida. Estuve mirando los distintos cursos y Másters que había con un componente online y el que más se acercaba al abordaje integral que me interesa era éste. En un principio tenía reservas porque me parecía que representaba de algún modo un paso hacia atrás respecto a lo que he venido leyendo y estudiando sobre aplicaciones en coaching y psicoterapia integrales. Pero al final, varios factores me ayudaron a decidirme a favor.

Los abordajes humanistas, como los de Rogers y Maslow, la Gestalt, el Análisis Transaccional, los enfoques corporales etc fueron los precursores de lo que empezó siendo la psicología transpersonal y ha ido evolucionando hacia la visión integral con la que Wilber y otros muchos trabajan hoy. Como la psicología humanista siempre me había interesado aunque no me había parado mucho a profundizar en ella, el Máster me ha parecido una gran oportunidad. También, como he hecho mi vida en España, me parece congruente arrimarme y aprender con lo más evolucionado que me encuentre aquí en vez de estar lamentándome interiormente de que no hay Máster de Wilber o del Instituto Integral en España. Y en este sentido he resonado con la aspiración integrativa de este Máster y también con la calidad humana y abierta del que lo dirige, José Zurita, (le puedes escuchar en el vídeo más abajo). Él dice que le apasiona este enfoque porque ve que funciona con sus clientes y, al fin y al cabo, eso es de lo que se trata, de aportar un grano de arena para el bien de todos los seres, de servir a las personas, sufrientes como nosotros, en su búsqueda de sanación y realización.

A continuación os dejo un video de José Zurita y después un trabajo que hice sobre El Talante de un Psicoterapeuta Humanista Integrativo.



El talante del Psicoterapeuta Humanista Integrativo

“Una palabra nos libra de todo el peso y dolor de la vida. Esa palabra es amor.”
Sófocles

El trabajo de un Psicoterapeuta Humanista Integrativo (PHI) parte de una base de empatía, respeto y amor incondicional hacia sus clientes. El PHI pretende ayudar al cliente a sanar sus heridas, a superar conflictos intra- o inter-personales y a alcanzar un cada vez mayor grado de autonomía y realización personal. Para hacerlo el terapeuta intenta captar al cliente en todas sus dimensiones, pero sobre todo las referidas a aspectos conductuales, cognitivos, fisiológicos, emocionales y espirituales. Gracias a una escucha informada por todos estos aspectos, el terapeuta tiene más posibilidades de acertar a la hora de acompañar al otro que si filtra lo que el cliente le está contando principalmente a través de una única lente (por ejemplo, la cognitiva o la conductual). No sólo se dirige al cliente teniendo en cuenta todas estas dimensiones, sino que también trabaja para que el cliente las vaya integrando en su propia personalidad, siempre en función de dónde está en su proceso de desarrollo en el momento de acudir al terapeuta. También el PHI estará inmerso en su propio proceso personal de integración, pudiendo así mostrarse como persona congruente ante el cliente, sin pedirle que haga nada que no haya emprendido el mismo terapeuta.

El trabajo del PHI está orientado a la relación, es decir se pone mucho énfasis en la relación entre terapeuta y cliente: se puede entender esta relación como el crisol en el que la alquimia de la sanación tiene lugar. Según Richard Erskine, uno de los fundadores del abordaje humanista integrativo, los conceptos más importantes para que esta relación prospere son el contacto y la sintonía. Estos conceptos recuerdan los vínculos positivos que pueden existir entre niños y cuidadores según la teoría del apego de Bowlby. De un modo similar, el PHI aspira a crear las condiciones adecuadas para que el cliente pueda enfrentarse con y superar las adversidades y dificultades que la vida le antepone. En esta línea Erskine identifica distintas necesidades relacionales del cliente (o de cualquier persona), a las que el terapeuta intentará cubrir.

Así un marco terapéutico favorable para el cliente le dará una sensación de seguridad, para que se sienta protegido dentro de una relación estable y fiable con su terapeuta. El cliente se sentirá comprendido, aceptado y validado, ahí donde esté. Partiendo de ahí será más fácil que asuma el reto de enfrentarse con las heridas profundas que le lastran en el aquí y ahora. Este marco también supondrá un espacio intersubjetivo en el que hay un intercambio en doble sentido, ya que el terapeuta podrá compartir juiciosamente aspectos de su propio camino de crecimiento, de su propia vulnerabilidad, fantasías etc, siempre en función de las necesidades del cliente.

Erskine también valora la iniciativa por parte del terapeuta, cuando sea necesario, para impulsar el trabajo terapéutico en el caso de que haya resistencia por parte del cliente (y sin que esto suponga que el terapeuta esté haciendo el grueso del trabajo). Según Erskine, es esencial que el terapeuta atienda a la necesidad del cliente de sentirse respetado y acompañado. Para eso es importante que se respire una atmósfera de amor en el marco terapéutico. El terapeuta ocupa el lugar de una versión adulta del cuidador del niño, tal y como lo plantea Bowlby, es decir ofreciendo un amor nutritivo de tipo paternal o maternal (aunque no paternalista en el sentido de restarle o inhibirle la autonomía al cliente).

El amor en el marco terapéutico humanista integrativo también puede entenderse en su vertiente más espiritual. Se trata de ayudarle al cliente a conectar con algo más grande, con una visión que abarque también la dimensión trascendental del ser humano, más allá de los confines de nuestro ego. Esto permitirá al cliente aprender a “fluir” (en el sentido acuñado por Mihály Csíkszentmihályi), soltando sus lastres y sintiéndose uno con el todo. Aunque esto no puede ser para la mayoría de clientes el punto de partida, si puede constituir un punto omega gravitacional en el trabajo. Así el enfoque psico-espiritual puede valer a veces para cerrar procesos en los que se han trabajado heridas intensamente personales, añadiendo una vertiente humanamente universal y también transpersonal al trabajo.

En este sentido, el rol del terapeuta se parece al de un psicopompo mitológico, guiando a cada cliente en su particular viaje de héroe. Al terapéuta le corresponde recordar a sus clientes que aunque no puedan elegir las circunstancias o las condiciones externas que se les han dado en sus vidas, si pueden elegir como responder a esas circunstancias, como jugar la mano que se les ha dado. El guía entiende - y ayuda a entender - que ahí reside el margen de maniobra y la posibilidad de liberación y realización de cada individuo.

jueves, enero 13, 2011

Micro-meditaciones (los frutos de la práctica en el día a día)


Desde que empecé a meditar (¡o a intentarlo!), una de las cosas que más me ha interesado ha sido como trasladar los frutos de la práctica meditativa a mi día a día. Me acuerdo de hacer retiros zen en Luz Serena y de salir de ahí con una sensación de paz y de expansión desconocida para mi normalmente - pero a menudo veía también como esa sensación desaparecía al entrar en contacto con el mundo exterior, sobre todo con cualquier experiencia desagradable. Es más, ¡se generaba una tremenda sensación de frustración con lo desagradable por haber roto el oasis de paz que había estado disfrutando en mi interior! Podía ser, al salir del templo, en el coche yendo por la carretera y sintiendo irritación o rechazo hacia la manera de conducir de mis conciudadanos. O podía ser en el momento de repostar gasolina y comprar el periódico, encontrándome con noticias de desgracias que nada tenían que ver con la paz espiritual y sintiendo antiguos sentimientos de tristeza o desesperación surgiendo en mi interior. ¡Pero si estaba tan bien hace nada!

Con el tiempo empecé a aprender de este tipo de experiencias e intenté sacar pistas que me ayudasen a que los frutos meditativos se prolongasen en el tiempo, y llegasen más profundamente a más áreas de mi vida. Primero, me daba cuenta de que salía de los retiros con el corazón más abierto y confiado de lo que solía estar en circunstancias normales. Aunque no había nada malo en esto, también requería más atención a lo que había en mi alrededor - al estar más abierto, estaba también más susceptible y vulnerable, por lo que necesitaba poder responder ante sucesos desagradables poniendo barreras con consciencia. En parte se trataba de no proyectar que todo era luz y armonía en mi entorno, sólo porque yo salía de un retiro, y sobre todo no enfadarme al descubrir lo falso de esta proyección. También era cuestión de ir tomando la oportunidad de explorar las cosas de mi sombra que salían a la luz con más claridad al haber estado meditando, mi irritación, mi tristeza ... de recibir estas emociones con una actitud de aceptación y curiosidad, a ver qué me querían enseñar.

Una herramienta que me ha parecido muy útil a la hora de extender los beneficios de la meditación al día a día es una técnica que viene de las terapias basadas en la práctica de la atención plena, que se llama el "espacio de respiración de tres minutos" (o sea, una micro-meditación). Tiene tres fases, cada una de tres minutos:

1.    Darte cuenta: empieza adoptando una postura erguida y digna, bien sentada o de pie, si puede ser, cerrando los ojos. Ahora llevas tu atención hacia tu experiencia interior en el aquí y ahora, preguntándote -
  • "¿Qué pensamientos están pasando por mi mente?" Intenta reconocer los pensamientos como sucesos mentales, dejando que se formen las palabras o frases
  • "¿Qué emociones hay en este momento?" Dirige la atención hacia cualquier incomodad emocional o sentimientos desagradables, sólo reconociendo su presencia.
  • "¿Qué sensaciones corporales hay ahora mismo?" Se puede escanear el cuerpo brevamente, a ver si hay alguna sensación de tensión o pesadez.
2. Enfocar: ahora gira la atención hacia las sensaciones físicas de la respiración en si. Acércate de la sensación de la respiración en el vientre ... sintiendo como la pared del vientre se expande al inspirar y se contrae al espirar. Sigue el movimiento del aire respirado bajando desde las fosas nasales por la garganta, el pecho hasta llegar al vientre y luego subiendo de nuevo por el camino inverso. Usa la  respiración para anclarte en momento presente.

3. Expandir: finalmente, expande el campo de tu atención alrededor de la respiración para que abarque una conciencia de tu cuerpo en su totalidad, tu postura, y tu expresión facial. Si surge cualquier sensación de incomodadid física, respira a través de ella, dejando que se relaje y se suaviza al espirar, si quiere. En esta fase se trata de cultivar un espíritu de reconocimiento, de aceptación y apertura hacia lo que hay, sea lo que sea, en el aquí y ahora.

En la medida que puedas, lleva esta sensación de conciencia expandida a los próximos momentos de tu día. (Práctica traducida y adaptada de la versión inglesa del libro "Vencer la Depresión")

Para mí, estas micro-meditaciones sirven para crear una sensación de espacio que a veces me falta en el ajetreo diario. Parece que ayudan a reconectar con una sensación del Ser que muchas veces pierdo en medio del ritmo frenético de tanto Hacer, que el mundo me propone y que yo puedo asumir inconscientemente. Y desde este espacio recobrado del Ser puedo volver a involucrarme en el Hacer de otro modo, respondiendo conscientemente en vez de dejarme llevar por las reacciones condicionadas de siempre.

En principio podemos programar para hacer esta práctica tres veces al día durante dos semanas, usando la alarma del móvil para recordarnos de hacerlo en momentos puntuales (podría ser, por ejemplo, al despertar, después de comer, depués de cenar). También podemos escribir una bitácora 10 minutos cada noche antes de ir a la cama para reflexionar sobre cómo hemos vivido estos espacios de respiración, qué es lo que nos ha surgido, cómo nos ha permitido encontrar nuevas vías de respuesta etc. Con el tiempo, más que una actividad programada, puede acabar siendo un recurso flexible para usar en cualquier momento de estrés, de bajón o de incomodidad, para crearnos un balón de oxígeno y darnos más margen de maniobra, más presencia y más libertad en nuestras vidas.

domingo, enero 09, 2011

Práctica Escrita


María y yo llevamos desde hace principios de año haciendo una práctica de escritura diaria, basándonos en un libro de Natalie Goldberg, "Writing Down the Bones" (traducido al castellano como "El Gozo de Escribir"). En principio yo iba a escribir una bitácora diaria como parte de la práctica integral del segundo nivel de formación en Coaching Integral pero cuando decidí no hacer la formación me daba pena no seguir su práctica integral, así que decidimos hacerla entre los dos (aparte la escritura diaria incluye meditación, ejercicio/kata diaria, o sea, cosas que ya hacíamos).

Natalie Goldberg es una escritora estadounidense que combinó la práctica de la escritura libre (freewriting) con la de la meditación zen. Las recomendaciones básicas que ofrece - y que estamos siguiendo - son:
0. Manten tu mano en movimiento (no pauses para volver a leer lo que has escrito, porque esto equivale a vacilar o a intentar controlar lo que estás diciendo)
1. No taches nada (equivale a censurar mientras escribes - aunque hayas escrito algo que no querías, déjalo)
2. No te preocupes por la ortografía, puntuación, gramática (ni siquiera te preocupes por mantenerte dentro de las márgenes en la página).
3. Pierde el control
4. No pienses, no te pongas "lógico"
5. A por ello (si algo surge en lo que escribes que es vulnerable o inquietante, a por ello - seguramente tiene mucha energía)

Nos turnamos para proponer cada día un tema (así la práctica mantiene más frescura y espontaneidad), ponemos un temporizador y escribimos sin parar 15 minutos. Para mi, escribir de este modo, siguiendo los consejos de Goldberg, está siendo una experiencia muy liberadora. Por inercia tengo una voz perfeccionista bastante fuerte, lo que hace que muchas veces ni siquiera emprendo una cosa por miedo a que no me vaya a quedar bien. Con la escritura ocurre algo de lo mismo, porque a veces soy tan exigente con lo que quiero hacer que me desanimo antes de empezar. Sin embargo con la escritura libre, me lanzo y disfruto un montón pasando de todos mis frenos y normas habituales. La parte zen que aprecio está en lo de obrar sin apego a los resultados - por ejemplo, creo que esta práctica puede también favorecer la escritura de mi blog, pero no lo hago con ese fin en mente, sino que lo hago por amor al arte, y así todo fluye más.

viernes, enero 07, 2011

Atención



Un amigo me ha mandado un enlace con este atractivo video de Laurence Freeman sobre la atención, subtitulado en castellano. Habla de la práctica de la atención desde una perspectiva cristiana, recordándonos que la meditación es una técnica que no se vincula exclusivamente con ninguna tradición religiosa sino que es más bien una herramienta universal, disponible para cualquiera que se toma el tiempo de aprenderla. Me gusta la voz melíflua del Padre Freeman (quizás también su acento inglés :) ), me gusta su apellido (literalmente ‘hombre libre’) y también me gusta cómo dice que la meditación no es fácil pero sí es sencilla – así ha sido según mi experiencia también. Gracias por el enlace, Dani.

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