jueves, abril 19, 2007

Sueño

Una mujer con aspecto muy estilizado, con una cara como una geisha (o como la portada de una de las series de A Dos Metros Bajo Tierra) está cortando verduras en la cocina, muy concentrada. De repente, a su lado, a la altura de su cabeza, se ve un bebé, no se sabe muy bien si flotando o subido encima de algo. El bebé está frente a un espejo y lo está manchando con sangre. La mujer se asusta y coge al bebe con las dos manos, sujetándolo delante de sí con los brazos extendidos. El bebé tiene heridas por todo el cuerpo, algunas sangrando, otras cicatrizadas, y empieza a explicarle a la madre la origen de cada herida: “Esta es de cuando me hicieron tal”o “Esta es de cuando yo me hice lo otro”, etc.
Yo estoy sentado cerca leyendo el Daily Prophet, el periódico de Harry Potter, que cuenta las últimas noticias del mundo de la magia, por ejemplo, que los del último curso de Hogwarts tendrán que tener entre 22 y 23 años, pero empiezo a dudar si esto es realmente el periódico auténtico de Harry Potter, porque ni se le menciona.

La mujer se ha convertido en María – hay una ventana abierta y ha entrado un pájaro, un petirrojo, y vuela por toda la habitación. María cierra la ventana pero yo le digo que hay un pájaro. Me dice que no importa, que así mantiene la casa libre de bichos. Yo protesto pero ella me dice que es así como hacen en Verín, donde ella trabaja. Al final abre la ventana de todos modos y el pájaro sale volando, libre.

En el retiro que hicimos el mes pasado con Dhiravamsa, trabajamos con los sueños. Dice Dhira que su enfoque se basa en la terapia Gestalt, la psicología jungiana y la meditación vipassana. Yo ya había hecho trabajos con sueños con Richard y Catherine el año pasado: el abordaje de ellos era más propiamente dicho terapéutico, empezando con la incubación de los sueños y luego haciendo un proceso en círculo en el que una persona contaba su sueño, luego el círculo va haciendo comentarios sobre los distintos aspectos del sueño (contexto, personalidades, acciones, objetos & emociones), tipo: “Si fuese mi sueño, esa habitación representaría el dormitorio de mi infancia” (contexto), “Si fuese mi sueño, la mujer del principio sería mi hermana” (personalidades) o “Si fuese mi sueño, el periódico sería un recuerdo de mi infancia” (objetos). Luego la persona cuyo sueño se trabaja entra en el sueño con los ojos cerrados y asume el papel de objetos, personajes, emociones etc., expresándose con movimiento, con ruidos o con palabras: “Soy el cuchillo de las verduras, ¡tssss!”, etc. Finalmente la persona hace su propia interpretación del sueño, diciendo lo que ha sacado gracias al trabajo hecho.

El enfoque de Dhira es más sencillo pero es potente en el contexto de un retiro de meditación. Primero comenta los conceptos jungianos de imagen-alma (la figura que nos guía entre los dos mundos de consciencia e inconsciencia), ánimus/ánima (la figura interiorizada de sexo opuesto que a veces proyectamos sobre una persona de carne y hueso en vez de integrar para nuestros adentros los hombres su aspecto femenino, las mujeres el suyo masculino) y la sombra. Luego se trabaja en círculo, él escucha a alguien que cuenta su sueño y luego le invita a cerrar los ojos, entrar en estado meditativo y volver a entrar en el sueño. Hace preguntas y le guía a la persona, explorando avenidas sin explorar y posibilidades del sueño, para que la persona pueda sanar heridas que el sueño descubre. Finalmente se trabaja en parejas, cada uno haciendo de guía para el otro.

Yo trabajé con una amiga sobre el sueño que conté al principio y fue una experiencia sutil pero poderosa. Me guió primero para entrar en el papel de la mujer, que yo asociaba con Margot, mi madre biológica. Así pude resonar con las emociones contradictorias de ella, de amor, cariño y ganas de cercanía, pero también de pérdida, culpabilidad y distanciamiento. Dentro del papel de madre pude abrazar al bebé, cosa que no pudo la mujer del sueño. También entré en el papel del ‘yo’ del sueño, primero como bebé-adulto, como si fuese contando ‘mis batallas’ al volver a conocer a mi madre (a la que en realidad 'volví' a conocer hace cuatro años) y luego como el hombre con el periódico, distante, pero que también parece manejar algo de magia alquimista que podría transmutar las heridas en felicidad. Finalmente exploré el papel del pájaro, por un lado atrapado y angustiado pero por otro lado la imagen-alma del sueño: sentí que me traía un mensaje sobre la necesidad de soltar para aspirar a la libertad espiritual, la que está más allá de los límites del yo y su sombra.

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