Del 18 al 29 de agosto estuvimos unas 50 personas trabajando a conciencia en el convento franciscano de Herbón, en el marco de un curso de meditación vipassana, en la línea de S.N Goenka. Digo trabajando, porque el curso es todo menos unas vacaciones retiradas del mundo: durante hasta diez horas al día se medita en medio del silencio más absoluto, todo con el fin de establecer una base en la técnica de vipassana que Goenka y sus profesores enseñan. Para ello se hace hincapié en los tres adiestramientos: sila – la moralidad; samadhi – la concentración y; pañña – la sabiduría.
Para el primero, sila, se compromete uno al principio del retiro y como mínimo para su duración con los cinco preceptos, de no matar, no robar, no tener conducta sexual inadecuada, no mentir y no usar intoxicantes. Esto proporciona la base sobre la cual se puede desarrollar el segundo, samadhi, la concentración o dominio de la mente. En esta versión de vipassana, esto se consigue mediante la técnica de anapana, manteniendo la atención a la sensación en la parte del labio superior debajo de la nariz y la respiración que pasa encima de ella. Después de tres días y medio de esta práctica se enseña la técnica vipassana en sí, que es lo que se practica, habiéndose establecido en sila y samadhi, para aspirar al pañña o la sabiduría. Aquí se trata de mover la atención sistemáticamente de la cabeza a los pies y de los pies a la cabeza, observando todas las partes del cuerpo y captando las sensaciones que surgen en ellas. La sabiduría reside en ir cuidándose de no generar ni aversión hacia las sensaciones desagradables ni avidez hacia las agradables, recordando siempre la esencia impermanente de todo lo que surge, la ausencia de identidad permanente y la característica inevitable de sufrimiento en la existencia de todos los seres sintientes. Finalmente se practica metta, la meditación de la bondad amorosa, de la que ya he hablado en otro momento.
Para mi estos retiros, son experiencias duras, hasta incluso se pasa mal a veces pero es ‘mal para bien’. A mi entender tiene un carácter de experiencia iniciática, en el sentido que uno a veces se siente en sus límites, enfrentado muchas veces con sus fantasmas, físicos, emocionales o mentales, para finalmente salir al otro lado con unas cuantas lecciones aprendidas o momentos de comprensión intuitiva vislumbrados. Para mi en este sentido, este retiro ha servido entre otras cosas para recordarme el valor de las relaciones amistosas, la importancia de avanzar en el camino arropado por las buenas compañias, abriéndose al recibir y al dar a través la amistad. Le recomendaría un curso de 10 dias de meditación vipassana a cualquiera que siente anhelos de búsqueda y que está dispuesto a enfrentarse al reto. Para más información se puede uno consultar la página web de vipassana en España o contactar en el caso de Galicia con esta dirección: vipgalicia@gmail.com.
1 comentario:
Muchas gracias por compartir las experiencias. Me interesó especialmente lo relacionado con los sueños y la meditación. Estoy a punto de iniciar mi primera experiencia de Vipassana y es motivador leerte.
Tu sueño de los pàjaros que entran en casa me recuerda otro sueño premnitorio que tuve hace años y que aùn sigue cumplièndose tan cual... cuando los pàjaros entran en casa durante el dìa, a veces, no puedo evitar recordar esas aves que volaban por casa en el sueño y que luego salìan afuera a seguir volando más...con sus plumas doradas...
Felicitaciones por el espacio que has creado.
Que el Ajaw te llene de bendiciones todos los días, Stuart...
Akabal
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