viernes, enero 04, 2008

Un lugar de poder


Esta es una adaptación de una meditación guiada del libro Camino con corazón de Jack Kornfield (ps.59-60). Lo puedes leer antes de meditar, grabarlo y escucharlo mientras meditas, leérselo a otra persona o pedir que te lo lean.

Siéntate con los ojos cerrados y toma conciencia del cuerpo y de la respiración, observando sin intentar cambiar nada. ¿Qué sensaciones surgen? ¿Te sientes cómodo o incómodo? ¿Relajado o contraído? ¿Cómo está tu mente? ¿Está serena o caótica? ¿Y tu corazón, como está? ¿Contraído? ¿Suave? ¿Cansado? ¿Feliz?
Imagina que te has transportado a un lugar de poder, a un espacio de amor y sabiduría. Visualiza este lugar, siéntelo, respíralo, ocúpalo plenamente con todo tu ser. Ahora estás allí sentado, meditando, relajado, atento. Reflexiona sobre tu viaje espiritual - ¿qué heridas necesitas sanar? Mantente abierto, receptivo a lo que surge.

Ahora imagina que un ser maravilloso y sabio, habitante de este lugar, se acerca amablemente hacia ti. Puede que te venga a la cabeza la imagen de algún otro significativo en tu vida, alguien que te ha aportado cualidades de compasión y de comprensión. Imagina que se inclina y pone sus manos en un punto de tu cuerpo, quizás allí donde está tu herida. Deja que te imponga la mano con atención amorosa. ¿Sientes su tacto? Lleva tu propia mano al lugar que representa esa herida, toca como si tú fueras este ser bondadoso y sabio.

Deja que tu atención sea como la mano que te toca la herida. Con tu atención, explora suavemente este lugar de dolor. ¿Qué sientes – frio o calor? ¿Dureza o tensión? ¿Vibración? ¿Quietud? Deja que tu consciencia sea como la mirada cariñosa del buda, observando la textura, el color, la temperatura de la aflicción. ¿Qué sentimientos surgen en tí? Reconócelos con corazón amoroso - déjalos ser. Siente la mano del bodhisatva de la compasión, como te toca con suavidad pura. Siente como has reprimido el dolor en el pasado y permítete abrirte a él ahora - ¿cuál es su núcleo, encerrado, reprimido? Sigue sentado, abriendo por fin tu corazón a esta pena.

Descansa allí, en tu lugar de poder, el tiempo que tú quieras, dejando que tu atención sanadora y compasiva bañe cada zona de tu ser. Antes de levantarte, inclínate con gratitud. Al marchar, recuerda que este lugar de poder está dentro de ti, para visitar cuando quieras.

3 comentarios:

Carlos Arias dijo...

Gracias por la meditación. Un abrazo.

Mireya dijo...

muy bueno, saludos

Universoyoga dijo...

Me ha encantado este relato de la meditación, haré referencia a ella en mi blog.

Gracias por compartirla.
Namasté

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