En las tradiciones orientales se pone especial hincapié en el reconocimiento de los padres y la gratitud hacia ellos por habernos traído al mundo. En Japón hay una terapia conocida como naikan, que consiste en un examen introspectivo de las relaciones de uno con los demás, empezando con los padres. Uno se retira del mundo y medita sobre tres preguntas en relación primero con la madre durante sucesivos periodos de la infancia, luego con el padre, otros parientes, amigos, etc. Las preguntas son: “¿Qué hizo esa persona por ti?”; “¿Qué le devolviste tú?” y; “¿Qué problemas y preocupaciones le causaste?”. Según David Brazier, si se sigue esta práctica superando las resistencias iniciales, nos puede llevar a conectar con un sentido profundo de gratitud por las maneras en las que se nos ha ayudado, sin las cuales no estaríamos hoy aquí. Esto puede sonar algo anticuado o desfasado hoy día, tanto por el énfasis que se pone en lo nuevo y lo juvenil, dando la espalda a todo lo viejo y a los valores de los padres, como por el hecho de que en muchas terapias emocionales encontramos un niño dañado que descarga la rabia contra sus progenitores.
Sin embargo, creo que la salud emocional y psíquica pasa por el reconocimiento de los padres, lo cual nos permite cultivar los padres internos, llegar a ser cada uno padre y madre si mismo. Me gusta como lo expresa Bert Hellinger, el ‘inventor’ de las constelaciones familiares: “Un hijo sólo puede estar en paz consigo mismo y encontrar su identidad, si está en paz con sus padres. Significa que los toma como son, y los reconoce tal como son. Si uno de los padres queda excluido, el hijo sólo está a medias y se encuentra vacío. Nota la falta, lo cual es la base de la depresión. La curación de la depresión consiste en integrar al padre o a la madre excluidos, y concederles su lugar de dignidad. […] Los hijos, aunque hayan sido heridos por sus padres, siempre tienen la posibilidad de decir: ‘Sí, vosotros sois mis padres, y yo soy como vosotros. Todo lo que estaba en vosotros también está en mí. Estoy de acuerdo con que seáis mis padres, con todas las consecuencias que esto tenga para mí. Tomo lo bueno de lo que me disteis y confío en que vosotros llevareis vuestra suerte de la mejor manera’ ” (Felicidad Dual, p.69). Yo soy hijo adoptivo y durante años tenía mala relación con mi madre y resentimiento hacia ella. Ahora intento cultivar la reconciliación con ella en mi corazón y cuando la siento es verdad que tengo más paz. Ella tenía sus limitaciones, como yo y como todos, pero me crió, me dio de todo lo que estaba en su poder darme y siento gratitud hacia ella y mi padre adoptivo. También la siento hacia mi madre biológica que conocí hace unos años y hacia mi padre biológico, con el que me he intentado poner en contacto sin éxito. Son las personas que me han transmitido luz y sombra para que yo vaya aprendiendo a distinguir entre la una y la otra en mi camino. Gracias.
Sin embargo, creo que la salud emocional y psíquica pasa por el reconocimiento de los padres, lo cual nos permite cultivar los padres internos, llegar a ser cada uno padre y madre si mismo. Me gusta como lo expresa Bert Hellinger, el ‘inventor’ de las constelaciones familiares: “Un hijo sólo puede estar en paz consigo mismo y encontrar su identidad, si está en paz con sus padres. Significa que los toma como son, y los reconoce tal como son. Si uno de los padres queda excluido, el hijo sólo está a medias y se encuentra vacío. Nota la falta, lo cual es la base de la depresión. La curación de la depresión consiste en integrar al padre o a la madre excluidos, y concederles su lugar de dignidad. […] Los hijos, aunque hayan sido heridos por sus padres, siempre tienen la posibilidad de decir: ‘Sí, vosotros sois mis padres, y yo soy como vosotros. Todo lo que estaba en vosotros también está en mí. Estoy de acuerdo con que seáis mis padres, con todas las consecuencias que esto tenga para mí. Tomo lo bueno de lo que me disteis y confío en que vosotros llevareis vuestra suerte de la mejor manera’ ” (Felicidad Dual, p.69). Yo soy hijo adoptivo y durante años tenía mala relación con mi madre y resentimiento hacia ella. Ahora intento cultivar la reconciliación con ella en mi corazón y cuando la siento es verdad que tengo más paz. Ella tenía sus limitaciones, como yo y como todos, pero me crió, me dio de todo lo que estaba en su poder darme y siento gratitud hacia ella y mi padre adoptivo. También la siento hacia mi madre biológica que conocí hace unos años y hacia mi padre biológico, con el que me he intentado poner en contacto sin éxito. Son las personas que me han transmitido luz y sombra para que yo vaya aprendiendo a distinguir entre la una y la otra en mi camino. Gracias.
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