Mis primeras depresiones las sufrí en la Universidad hace casi 30 años. Me acuerdo de tener una sensación de colapso general, una dificultad para estar con otras personas y de sentirme a veces como si me hubiese tragado un enorme agujero negro. Yo ya era una persona muy mental y creo que el hecho de ir a estudiar a Oxford exacerbaba esa tendencia, por lo que me acuerdo que cuando estaba en medio de una depresión, pasaba mucho tiempo aislado dándole vueltas y elucubrando, con la esperanza de encontrar una salida razonada al bajón en el que me encontraba. También había largos períodos en los que no me sentía deprimido sino que me dedicaba a una especie de narcisismo de estudiante, junto con gran parte de mis compañeros, que podría resumirse en las palabras de la canción de Ian Dury “Sex, drugs and rock’n’roll”. Ciertamente había una parte de mí que buscaba la salvación a través de relaciones sentimentales, y que creía que el intercambio intelectual y la comunicación sexual me iban a salvaguardar de futuras depresiones.
Se estableció un patrón pre-reflexivo en aquellos años que se mantuvo durante muchos años en mi vida. Yo oscilaba entre estar en relación y sentirme a salvo (aunque no necesariamente feliz) y estar fuera de relación, teniendo que enfrentarme con mis ‘demonios’ y con la amenaza del agujero negro de las emociones destructivas no tratadas. Por eso hacía lo posible para estar en relación siempre que podía, sin dejar espacios entre una relación y otra, aunque eso implicaba comportamientos dañinos hacia mis parejas. Mis ciclos sentimentales involucraban transiciones enérgicas turnándose con zonas intermedias caracterizadas por bajones. Al empezar una relación había un impulso de energía, abrirme, compartir, redescubrirme y reinventarme a través de la otra persona. En medio de las relaciones me encontraría con bajones y desánimos, que muchas veces atribuiría, para mis adentros, a la otra persona y después, al separarme, habría de nuevo una sensación de energías recuperadas, un empezar de nuevo, y una liberación de las ataduras de la vida de pareja.
Este patrón naufragó definitivamente hace unos 15 años cuando me separé por primera vez de mi ex-mujer. De nuevo me metí casi de inmediato en otra relación, que también acabó de manera turbulenta a los pocos meses. Entré en una depresión durante un par de meses durante los que tuve varias veces pensamientos suicidas y llegué a un punto de inflexión; decidí intentar deshacer el daño que sentía que había hecho a mi ex y a mi hijo, volviendo a vivir con ellos. A partir de entonces empezó mi proceso individual de sanación: me puse en contacto con un terapeuta y empecé a meditar regularmente y recapacitar sobre lo que había sido mi vida hasta el momento. Cuando años después vino la separación definitiva, yo había pasado por cambios significativos. Estaba decidido a no volver a cometer los errores del pasado ni a saltar cuanto antes a otra relación. Me mentalicé para aguantar viviendo solo durante una temporada, por mucho que me incomodase. Cuando finalmente empecé una nueva relación, con María, fue desde otro lugar, menos dependiente y más auto-suficiente. Es en el contexto de esta relación en el que he podido seguir profundizando en mi trabajo personal y sanando las raíces y hábitos que me llevaban antes a la depresión.
Ahora me interesa desgranar primero los mecanismos inconscientes y pre-reflexivos que nos llevan a la depresión y nos mantienen ahí, y segundo las estrategias conscientes que pueden ayudarnos a salir del pozo negro. Aunque cada persona es diferente, es de suponer que hay factores subyacentes que resuenan en todos nosotros cuando estamos deprimidos. Por eso, se me ocurre que examinar las raíces de mis propias depresiones y lo que he podido hacer para salir adelante puede servir no sólo para mí en cuanto toma de conciencia sino también a otros, que podrán descubrir hilos fenomenológicos comunes.
El conocimiento y la aceptación de mi historia personal ha sido una de las claves para mí en cuanto a la superación de esta tendencia hacia la depresión. El hecho de que me hubiesen dejado en adopción cuando tenía seis semanas y que pasase casi el primer año de mi vida en una casa de adopción antes de que me llevasen a casa mis padres adoptivos, me sugiere una disrupción de mis vínculos afectivos tempranos que tuvo consecuencias a largo plazo. Esto es por lo menos lo que sugiere la teoría psicodinámica de las relaciones objetales, que afirma que las tempranas relaciones con cuidadores dan lugar a imágenes introyectadas del otro y de las relaciones, que perduran durante toda la vida, aunque sean susceptibles de transformación.
Como se trata de eventos ocurridos en un momento tan primario (meme beige) de mi desarrollo, siempre me ha parecido muy difícil de acceder a esta etapa para sanarla. Por ejemplo, he probado en algunas ocasiones una técnica parecida a la respiración holotrópica de Grof pero sin realmente lograr ningún avance significativo. También he practicado la meditación dinámica enfocándola en mis estados depresivos pero he llegado a la conclusión de que a niveles profundos no hay mucha ira en esta herida. Lo que sí capto ahora con más claridad es una sensación sentida de ese abandono inicial, y una conciencia de una especie de agujero negro primordial que me ha surgido en distintos momentos de mi vida como una pesadilla, invadiéndome con un terror paralizante.
Me da la impresión que mis depresiones han surgido de este agujero negro y también de miedo de ese lugar y de mis ganas de evitarlo a toda costa. El poder conectar con y permanecer en este sitio, por muy incómodo que fuese, ha sido una de las cosas más importantes que he logrado a lo largo de estos años, sea mediante el trabajo emocional, la meditación o las experiencias con enteógenos. Más recientemente hasta he podido experimentar gratitud hacia las situaciones o personas que han desencadenado esta sensación del agujero negro, reconociendo las oportunidades que se me han brindado para explorarlo – en el pasado habría entrado en reacción, rechazando las circunstancias desencadenantes y obviando la incomodidad mediante el recurso a sustancias o al tipo de dinámicas relacionales que comenté en la entrada anterior.
En la próxima entrada sobre este tema, quiero esbozar un abordaje integral de la cuestión de cómo salir de la depresión, mirando estrategias que me han resultado útiles y sanadoras a lo largo de estos años.
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