viernes, mayo 20, 2011

Conciencia ciudadana

                      Mai 68 (Project: Révolution, je t’aime)

"La historia es una pesadilla de la que intento despertar"
Stephen Dedalus en "Ulises" de James Joyce

Alguien comentó en el grupo Democracia Real Ya Ourense que era importante  recordar que nosotr@s también hemos contribuido a la situación actual al votar a la clase política que tenemos. El comentario me parece totalmente acertado y es el punto de partida para esta reflexión sobre la conciencia ciudadana o la necesidad de convertirnos en ciudadan@s conscientes. Es que la indignación contra lo que vemos en la vida política en este momento me parece un paso importante pero que también habría que ir más allá, porque si nos quedamos con la indignación, no llegaremos a una transformación profunda sino sólo a un cambio superficial. Porque, a  mi entender, la indignación y el enfado con la clase política nos sitúan en el papel de víctimas cuando en realidad donde queremos situarnos es como protagonistas de nuestro propio destino.

En situaciones como la actual de flujo e inestabilidad se presentan oportunidades para auténticas transformaciones en las formas de gobierno pero también existe el riesgo de que, desde el poder fáctico, se nos cambie el mobiliario político sin que haya un cambio real, profundo (como cuando Mubarak se va pero le reemplaza el ejército). El cambio superficial de mobiliario político equivale a los momentos  cuando un@ tiene problemas emocionales que salen a flote en la vida de pareja, pero en vez de sanar los conflictos surgidos de la propia inconsciencia, un@ piensa "Bueno, si cambio de pareja, todo va a estar bien". Podemos pasar toda la vida con cambios horizontales de este tipo cuando en realidad lo que nos vendría bien sería una transformación vertical. La transformación implica que colectivamente transformemos nuestra manera de ver el mundo y de vernos a nosotr@s mism@s en él, implica un reconocimiento de nuestra propia inconsciencia, nuestra propia sombra y como nos ha tenido enganchada al status quo. Así, en vez de proyectar nuestros enfados y frustraciones hacia fuera, hacia lo que han hecho “ellos”, reflexionamos sobre nuestras responsabilidades políticas como colectivo ciudadano, y empezamos a “ser el cambio que queremos ver en el mundo” (Gandhi).

¿Cómo hemos sido cómplices, como hemos contribuido al mantenimiento del status quo que nos ha llevado a la situación en la que estamos, al borde del abismo económico? Para empezar, hemos participado en una visión tribal de la política, "nosotros" contra "ellos", tanto socialistas contra conservadores (por ejemplo), como votantes frente a políticos, proyectando esperanzas, enfados y frustraciones en los que tienen el poder y situándonos como impotentes. También hemos tendido a depositar todas nuestras esperanzas en el "último modelo", el último eslogan (yes, we can ...), el último salvador, abdicando nuestra responsabilidad en “ellos” y lo que ofrecen. Y al surgir problemas y dificultades, hemos creído que votando a otro partido, todo se iba a solucionar, los nuevos lo harían mejor (o sea el cambio de mobiliario político en un mismo escenario).

También podemos reflexionar más sobre cómo nos hemos enganchado psicológicamente al status quo socio-político. Está claro que desde los estamentos de poder, hay una estrategia implícita a lo largo del siglo XX de implicarnos cada vez más en una cosmovisión consumista, jugando con nuestras tendencias inconscientes y nuestra hambre insaciable de novedades. Pero también nosotr@s nos hemos prestado, nos prestamos a este juego, cediendo nuestro poder político a cambio de poder adquisitivo. Por lo cual, quizás parte de esta nueva toma de consciencia ciudadana implicaría el indagar en qué hay detrás de nuestra “necesidad” de adquirir más bienes materiales y el precio que pagamos al no cuestionar esta manera de actuar, esclavizándonos así a nosotr@s mism@s. Quizás si fuéramos un poco menos consumistas (y en esto, desde luego, la crisis nos ayuda), podríamos ser un poco más ciudadan@s.

Ahora hay un revuelo sobre si se va a poder manifestar durante el día de reflexión o no. Pero quizás se puede sacar provecho incluso de una prohibición, transformando las reglas del juego a favor de l@s que queremos regenerarnos como ciudadan@s, a la vez que promover la regeneración de la política. Quizás se trata de invocar el espíritu del 68, de enfrentar la imaginación al poder. Si silencian las manifestaciones por el día de reflexión ¿por qué no reflexionar colectivamente en silencio y en público, sin pancartas, sin consignas contra nadie, sino a favor del ejercicio del voto para regenerar la democracia? El silencio puede ser un arma poderosa, si se usa sabiamente, como acto de reprobación no de “ellos” sino de lo que está siendo nuestra res publica.  El estar de pie delante de las instituciones públicas que no están funcionando como quisiéramos, no para protestar contra ellos sino para (literalmente) darles la espalda, en silencio, también puede mandar un mensaje poderoso de un deseo de transformación. El uso de símbolos (¿el símbolo del ¡Stop!, las manos pintadas de blanco?) o el uso de prendas de ropa de un solo color (como el verde en las manifestaciones en Irán) también envían sin palabras un mensaje potente.

Volviendo a la cita inicial de Joyce, parece que algo se está desperezando en el mundo y que nos ha tocado vivir tiempos interesantes. ¿Seremos capaces de despertarnos de la pesadilla,  aprovechar las oportunidades que nos presenta y así disfrutar plenamente esta vida que se nos ha dado?

1 comentario:

Anxeles Ramos Vázquez dijo...

Interesante reflexión,estou dacordo contigo, só asumindo a nosa responsabilidade poderemos despertarnos da pesadilla. A pesadilla do vacío, do medo, a pesadilla de buscar afora o que non nos damos a nos mesm@s...a pesadilla de ser exclavos do diñeiro, de mercar e consumir sen sentido. ate a extenuación, ate o endeudamento, ate o cansancio vital.
Eu penso que a indignación pode ser unha forza poderosa, igoal que o é a rabia cando precisamos poñer un límite con forza. Pode ser, ben empregada, unha emoción sanadora, máis é certo que só é así se nos facemos cargo da nosa responsabilidade na situación, esto é, se despois de dicir non, despois da indignación, somos quenes de tomar decisións para non voltar a esa misma situación. Se asumimos o noso poder e capacidade de elexir, decidir e ser.
Unha aperta Stu, gustoume moito leerte, de cando en vez gústame e preciso facer este tipo de reflexións. Unha aperta.

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