Ya he contado en otro momento que el año pasado hice una formación en ‘trabajo emocional’ con Richard y Catherine Galbraith y que he tenido la buena fortuna de mantener el contacto con las personas con las que hice el training. Se trabajaba, como en muchos talleres tipo crecimiento personal, en círculo y la verdad es que hemos mantenido este círculo vivo desde entonces. El otro día comentaba Richard que el círculo realmente no es algo exterior sino algo que llevamos dentro de nuestros corazones, y luego una compañera nos escribió una carta que nos conmovió a todos al respecto – voy a citar una parte realmente preciosa:
“Mi Verdad AHORA es un espacio en el medio de mi pecho (por ponerlo en algún lugar) nutrido, abonado, amoroso y agradecido sin un porqué específico ni un para qué determinado, donde el miedo no existe, ni la vergüenza ni el resentimiento. Solo que las palabras AMOR y AGRADECIMIENTO cobran un sentido diferente, más amplio, que no conozco aún lenguaje para definirlas pero es tan verdadero y tan cercano como el Círculo y deseo que sea tan permanente como Él…”
Gracias, compañera, por expresarte tan bellamente desde la vinculación concéntrica, cocreada de nuestro grupo, por decir una verdad sobre nuestro círculo pero también, en general, sobre las comunidades con propósito, no necesariamente espirituales pero sí con espíritu, sobre lo precioso del tejido interpersonal en el que surge nuestra individualidad efímera, lo que Wilber llama el ‘milagro de nosotros’.
“Mi Verdad AHORA es un espacio en el medio de mi pecho (por ponerlo en algún lugar) nutrido, abonado, amoroso y agradecido sin un porqué específico ni un para qué determinado, donde el miedo no existe, ni la vergüenza ni el resentimiento. Solo que las palabras AMOR y AGRADECIMIENTO cobran un sentido diferente, más amplio, que no conozco aún lenguaje para definirlas pero es tan verdadero y tan cercano como el Círculo y deseo que sea tan permanente como Él…”
Gracias, compañera, por expresarte tan bellamente desde la vinculación concéntrica, cocreada de nuestro grupo, por decir una verdad sobre nuestro círculo pero también, en general, sobre las comunidades con propósito, no necesariamente espirituales pero sí con espíritu, sobre lo precioso del tejido interpersonal en el que surge nuestra individualidad efímera, lo que Wilber llama el ‘milagro de nosotros’.
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